Según el último sondeo de Gallup publicado el lunes, la tasa de aprobación del Congreso cayó 11 puntos porcentuales, situándose ahora solamente un punto por encima de su nivel más bajo de aprobación de todos los tiempos, registrado el año pasado.
Una mayoría aplastante de 70% de los interrogados en los primeros días de la parálisis del Estado Federal -iniciada el 1º de octubre ante la ausencia de acuerdo en el Congreso para votar un presupuesto para el ejercicio 2014- estimó que ese bloqueo era un problema “mayor”.
El porcentaje es netamente superior al 56% constatado por Gallup sobre el mismo tema en el momento más álgido del cierre parcial anterior de los servicios públicos, en 1995-1996.
Ante la falta de perspectivas en Washington, los medios del país multiplican los reportajes describiendo las frustraciones de los estadounidenses en los cuatro rincones del país.
El último hasta la fecha: los familiares de cuatro soldados y de un infante de marina muertos en Afganistán durante el fin de semana no podrán recibir la ayuda financiera destinada a cubrir principalmente los gastos de entierro.
Colmo de la frustración en este contexto de mal humor creciente, los congresistas continúan recibiendo sus salarios durante este período, a diferencia de centenares de miles de funcionarios en licencia forzada y sin sueldo.
Real impacto del gobierno sobre la vida cotidiana
Steffen Schmidt, profesor de ciencias políticas en la universidad de Iowa (centro), estima sin embargo que si bien las consecuencias económicas de la parálisis prolongada del Estado serían desastrosas -incluso calamitosas si el Congreso no lograra elevar el techo de la deuda luego del plazo del 17 de octubre- podrían sacarse conclusiones positivas a nivel social de esta crisis.
Los estadounidenses ignoran en general hasta qué punto el gobierno federal juega un papel en sus vidas diarias y funciona en forma bastante eficaz, dijo el profesor en conferencia telefónica con la AFP.
“Al término de esta crisis, cada vez más personas sabrán que obtienen muchos beneficios del dinero” que aportan al Estado.
Incluso los conservadores más radicales, conocidos por sus posiciones anti-estado y anti-impuestos, podrán darse cuenta con la parálisis actual que forman parte de un gobierno del cual dependen y en el que confían más de lo que creen, agregó.
“Lamentablemente, la gente confunde con frecuencia la falta de confianza en las decisiones del Congreso, con el gobierno”, subraya Schmidt, recordando que “el gobierno es el correo, el servicio de parques nacionales, la seguridad de las aerolíneas, la lucha contra las epidemias, la investigación sobre los virus”.
Un 28% de los estadounidenses se declara “personalemente afectado” por el cierre parcial del Estado federal, revela una encuesta del instituto Pew publicada el lunes.
“Mucha gente, principalmente de derecha, afirma que nadie se da realmente cuenta” del bloqueo, explica Charles Franklin, experto en opinión pública de la universidad Marquette en Wisconsin (norte).
“La encuesta (Pew) muestra que eso no es cierto”, subraya. “Pero el verdadero impacto real que tiene el gobierno sería realmente comprendido si todos los servicios federales hubieran cerrado: si no hubiera más servicios meteorológicos, ni controles aéreos, ni nada”, destacó.