Con los termómetros marcando temperaturas de hasta 44 grados, salir a la calle puede resultar este verano una verdadera odisea. Ante este situación extrema, si no nos hidratamos adecuadamente y estamos expuestos al sol de forma prolongada, corremos el peligro de sufrir un golpe de calor o insolación.
Este cuadro clínico representa una situación grave ya que supone un fallo multiorgánico.
Entre los principales síntomas, destaca de forma fundamental la falta de sudor (anhidrosis). Además de ello, destacan:
Cara congestionada
Dolor de cabeza
Sensación de agotamiento
Sensación de sed
Calambres musculares intermitentes en extremidades y abdomen
En la insolación sudoración abundante, en el golpe de calor la sudoración cesa y la piel está seca, caliente y enrojecida
Mareos, nauseas y vómitos
Pulso fuerte e irregular
Respiración acelerada y ruidosa
En el caso del golpe de calor o insolación en niños, el doctor Valentín Alzina, especialista del Departamento de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra, asegura que es esencial reconocer rápidamente estos síntomas para poder actuar a tiempo. Tanto en niños como en adultos, los más importante es conseguir bajar la temperatura corporal a 38 grados en la primera hora. Para ello, es aconsejable seguir las siguientes 4 pautas:
– Llevar a la persona a un lugar fresco a la sombra y ventilado.
– Aplicar varias compresas frías: depositarla en la nuca, cara y pecho. Nunca sumergir a la persona en agua fría ya que el descenso brusco de la temperatura corporal puede ser perjudicial.
– Dar de beber agua fresca salada (1 litro agua con una cucharadita de sal) a pequeños sorbos.
– Es aconsejable que la persona sea vista por un médico para vigilar su evolución.
