Loa adultos transmiten a los niños y niñas lo que saben y han experimentado. Todas las emociones que los adultos no son capaces de reconocer (porque las han reprimido), los niños y niñas dejan de expresarlas pues saben que no obtienen ningún reconocimiento, a veces solo algún tipo de censura. Y si las dejan de expresar, entonces es muy probable que también dejen de sentirlas. Se ha visto que en toda familia hay una emoción que es estimulada y promovida. Otra emoción es negada o rechazada. Por ejemplo, si en tu familia de origen la emoción que más se permitía era la alegría (todo estaba bien, deben de estar contentos, te decían) y la emoción que se negaba o rechazaba inconscientemente era la rabia, el enfado. Aprendiste que nunca te puedes enfadar, no vas a saber hacerlo. Pero la rabia bien trasmitida es buena para poner límites, solo que tu no vas a saber poner límites a los demás.
Es aquí donde entra la tercera emoción, la emoción suplente. Si no sabes enfadarte, no sabes poner límites, en vez de que te entre rabia cuando te molesta algo y decirlo, quizás te pones triste o te pones a llorar. Esta es la emoción suplente que entra en juego para tapar o suplir a la emoción que no sabes expresar. Al no mirar esa emoción negada, la familia no sabe expresarla y por lo tanto cuando conecta con la emoción utiliza una emoción suplente. Cuando el niño o la niña no puede utilizar una emoción, usa una de sustitución. Si el niño quiere que los padres le hagan caso porque está triste y no le hacen, utiliza la rabieta. Entonces enseguida le harán caso.
La forma de afrontar TODAS las emociones de manera saludable debe ser:
Reconocerla en tu cuerpo + dejártela sentir (no censurar cuando la notes) + permitir su expresión (dar espacios para hablar de lo que pasa, poder estar en compañía, no criticar cuando la veas) + dejar que pase (si sigues el proceso podrá pasar y no quedarse en la mochila, saldrá). Recordar que las emociones no son fijas, sino que las puedes dejar ir y pasar a otra emoción, si las logras expresar bien. Saber qué emoción has estimulado en tu familia de origen y qué emoción has bloqueado o rechazado, te ayudará a empezar a poner nombre a tus emociones y en consecuencia a darte cuenta de lo que sientes, así poco a poco reconocerás en tu cuerpo más emociones cada vez.
Para conseguir que los niños y niñas tengan una buena salud e inteligencia emocional es necesario que los adultos también puedan reconocer y expresar sus propias emociones, para poder transmitirlas día a día en ambiente familiar. Facilitar la comunicación y un clima de confianza y escucha serán unas buenas bases para empezar a expresar las emociones en el hogar. Ayudar a los niños y niñas a poner nombre a sus emociones, a dar un sentido a lo que le ha pasado, sin criticarle cuando llora, hace que como adultos pueda enseñarles a expresar sus emociones de manera esencial, sin dramas y a la vez sin crítica.
Fuente: Adriana Reyes
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