La noticia de la celebración llegó con una invitación a “celebrar las velitas” se publicó en el Facebook, en la que lo más importante decía: queremos que Sofía crezca celebrando esta lovely tradición y nos gustaría que tú hicieras parte de esto.

¡Qué emoción! Las primeras velitas de Sofía con sus cuatro meses y una semana como específicamente se lo dijo su mamá a la niña de ocho años y medio que preguntó por sus edad.

Así que, la víspera de la Virgen de La Inmaculada Concepción llegó y en medio de los abrazos de bienvenida y de inmediato se empezaron a ver las manos que preparaban chocolate, arepas, buñuelos, patacones y las que servían tamales y hasta pandebono rellenos de bocadillo con queso.

Las manos se volvieron una representación de un pedacito del mapa de Colombia: Cali, Bucaramanga, Barranquilla, Bogotá, Ibague y Catagena se volvieron esa noche a sentir en el tricolor de la bandera.

Había hambre navideña, porque todo voló y ni el Guacamole de los hermanos mexicanos quedó. Así que, alguien dijo, “prendamos las Chispitas Mariposa” y una niña en su traducción impregnada de Spanglish dijo: ¿donde hay maripositas? Y vino la aclaración de “Chispitas Mariposa” son los Sparkles, es decir, velitas de bengala, una de esas bendiciones navideñas de vivir en un estado del sur en el que la Chispitas Mariposas son legales.

Las velas finalmente se prendieron y las Chispitas Mariposa le pusieron la magia de la luz a la noche de el corazón de Charleston, lugar en que algunas vez habían plantaciones en las que los africanos trataban de mantener sus tradiciones cuando llegaron a una nación ajena y lejana de donde estaban sus raíces. Hoy fueron los colombianos que, en unión, acordaron prenderle velas a la Virgen, quien a su paso bendice a aquellos que con su luz la reciben.

Los de el interior de Colombia dijeron “las velas se prenden a las 7:00 p.m el 7 de diciembre”, los costeños dijeron “que no, que se prenden a las 4: 00 a.m de el 8 de diciembre” y después de las fiestas. La hora de Carolina del Sur marcaba las 10:00 p.m. del 7 de diciembre y acordamos que la Virgen seguro ya había pasado por Bogotá y que ahora bendecía a los que desde aquí le ponían sus velas y de ahí se iría al Caribe colombiano a bendecir a los que la iluminan en la madrugada. Al final, María como modelo de mujer y como madre de Dios, nos enseño que la luz de su hijo, más allá de la región de donde uno llegó, se quedó en este mundo y a todos los corazones iluminó.

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