Los consumidores estadounidenses han soportado una inflación elevada y constante, el aumento del coste de la deuda y las advertencias persistentes de una recesión inminente para ayudar a mantener la economía apuntalada mientras la Reserva Federal intenta reducir la inflación.
El año pasado se gastó mucho en artículos de primera necesidad, como alimentos y gasolina, que se encarecieron considerablemente debido a la inflación, pero los estadounidenses también siguieron saliendo a comer, viajando y gastando dinero en experiencias.
Ese gasto empezó a ralentizarse a finales de 2022, cuando los informes del Gobierno indicaron que la gente alargó o redujo sus compras navideñas, pero empezó el año con fuerza en enero, con un aumento del 3,2% respecto al mes anterior. Las ventas al por menor siguieron con una caída del 0,4% en febrero, en un ejemplo de la volatilidad que se cierne sobre la economía.
La segunda y tercera quiebras bancarias más importantes de la historia de EE.UU. también han aumentado las expectativas de un entorno crediticio más restrictivo, ya que otros bancos intentan aislarse del riesgo en un momento de incertidumbre por el temor a que más clientes transfieran su dinero a instituciones más grandes que consideran «demasiado grandes para quebrar».
Los primeros indicios muestran que las quiebras bancarias no están pesando demasiado sobre los consumidores, aunque también se están encontrando algunos resultados desiguales.
El Índice de Confianza del Consumidor del Conference Board subió en marzo, impulsado por la mejora de las expectativas de futuro a pesar de algunos recelos sobre las circunstancias actuales.
«Aunque los consumidores se sienten un poco más confiados respecto al futuro, son ligeramente menos optimistas sobre el panorama actual», declaró Ataman Ozildirim, Director Senior de Economía de The Conference Board. «Los últimos resultados también revelan que sus expectativas de inflación para los próximos 12 meses siguen siendo elevadas, del 6,3%».
La encuesta de The Conference Board también reveló que la gente está empezando a centrarse en las necesidades y a recortar las compras discrecionales, como salir a cenar o ir al cine. La Reserva Federal vería con buenos ojos que los consumidores siguieran por ese camino, ya que el sector servicios ha sido identificado por el banco central como un área que necesita enfriarse para reducir la inflación.
La encuesta del Conference Board está influida por la situación del empleo y el mercado laboral, que ha sido uno de los puntos fuertes de la economía en su recuperación pospandémica.